¿Por qué el intestino es considerado nuestro segundo cerebro?

Seguro que alguna vez has oído llamar al intestino nuestro ”segundo cerebro” y probablemente te has preguntado el porqué.

La razón es que en el intestino está el sistema nervioso entérico, una parte del sistema nervioso que contiene un número muy elevado de neuronas y que además presenta cierta autonomía, por lo que se considera que podría actuar como un segundo cerebro.

Respecto al número de neuronas, el sistema nervioso entérico tiene entre 200 y 600 millones de neuronas. Éste es un número elevado, aunque muy alejado de los 100 billones (con b) de neuronas que tiene el cerebro humano. Por ello no es de extrañar que el cerebro humano y no el intestino sea capaz de realizar actividades tan sofisticadas como escribir poesía o solventar problemas matemáticos. Sin embargo, el número de neuronas del sistema nervioso entérico es comparable al número de neuronas que tiene el cerebro de un perro, que está en torno a unos 500 millones de neuronas, y con 500 millones de neuronas, todos sabéis que hay perros bastante inteligentes. Por lo qué si nos basamos en el número de neuronas, no parece tan descabellado considerar al intestino nuestro segundo cerebro.

Además, el sistema nervioso entérico puede actuar de forma autónoma. En ratones se ha demostrado, que si separamos el intestino integro, incluyendo al sistema nervioso entérico, del resto del cuerpo del animal, el intestino sigue manteniendo movimientos intestinales a pesar de estar desconectado del cerebro. Lo que demuestra que el sistema nervioso entérico es capaz de controlar al intestino de forma autónoma y por tanto apoya la idea de que puede funcionar como un segundo cerebro

Hay investigadores que van más allá y se refieren al intestino como nuestro primer cerebro. E imagino que de nuevo os estáis preguntando el por qué. La razón es que, al analizar el sistema nervioso de animales muy poco evolucionados como son la hidra o la estrella de mar, se observó que los sistemas nerviosos de estos animales, que básicamente consisten en redes de neuronas que dan apoyo a los sistemas digestivos, presentan muchas similitudes con el sistema nervioso entérico que tenemos los humanos. Lo cual sugiere que nuestro sistema nervioso entérico probablemente evolucionó a partir de estos sistemas nerviosos primarios. Por lo qué en base a estas observaciones, tampoco parece tan descabellado referirse al intestino como nuestro primer cerebro.

Sin embargo, independientemente de si nos referimos al sistema nervioso entérico como nuestro primer o segundo cerebro, lo realmente relevante es saber si podemos referirnos al sistema nervioso entérico como un cerebro. Un conjunto de neuronas per se no constituye un cerebro. Para que formen un cerebro, las neuronas deben tener un nivel de organización determinado. En los animales poco evolucionados, el sistema nervioso consiste en neuronas que se organizan formando redes. Un ejemplo de animal con este tipo de sistema nervioso es la hidra. A medida que los animales evolucionan, también lo hacen sus sistemas nerviosos en los que las neuronas se agrupan formando ganglios, lo que resulta en sistemas nerviosos más eficientes. Un animal con este tipo de sistema nervioso es la estrella de mar. Los sistemas nerviosos de los animales han seguido evolucionando e incrementando su eficiencia con la agrupación de ganglios formando cerebros. Entre los animales menos evolucionados que tienen cerebro está la sanguijuela.

Y ¿qué pasa en el sistema nervioso entérico? ¿Las neuronas se agrupan formando ganglios y estos formando algo parecido a un cerebro?

En el sistema nervioso entérico las neuronas se organizan en tres partes bien diferenciadas. Una parte sensorial, compuesta por neuronas sensoriales, que captan estímulos en el lumen del intestino como por ejemplo la presencia de alimentos y transmiten esta información a las neuronas que comunican con el cerebro. Una parte que comunica el intestino con el cerebro formada por las neuronas ascendentes que llevan la información del intestino al cerebro y las neuronas descendentes que llevan la información del cerebro al intestino. Finalmente, una parte efectora formada por las neuronas secretoras que controlan las secreciones intestinales y las neuronas motoras que controlan los movimientos intestinales.

Aunque las neuronas en el sistema nervioso entérico están bien organizadas, lo cierto es que su organización dista mucho de la que tienen en los cerebros. Quizás es una exageración referirnos al intestino como un cerebro, pero lo que está claro es que el intestino es mucho más complejo y relevante de lo que mucha gente cree.

Nourand

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