En setiembre de 2022 se publicó, en la prestigiosa revista científica Cell (2022 Sep 15;185(19):3467-3486), el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre el microbioma intestinal, es decir, sobre las bacterias que forman la microbiota intestinal, sus genes y metabolitos, en personas afectadas de esclerosis múltiple (EM). Este estudio lo llevó a cabo el Consorcio Internacional para el Estudio del Microbioma en la EM (iMSMS.org/) bajo la dirección del doctor Sergio Baranzini, de la Universidad de California en San Francisco.
En este estudio se examinó el microbioma intestinal de 576 personas afectadas de EM y de controles sanos emparejados convivientes. Las personas afectadas de EM procedían de 7 centros de Estados Unidos, Argentina, Reino Unido y España. Se analizó la diversidad microbiana en muestras de heces de personas afectadas tanto de EM remitente recurrente como progresiva, y su relación con la edad, el sexo, el origen étnico, los tratamientos contra la EM y la alimentación, que se evaluó mediante cuestionarios estandarizados. En comparación con los controles sanos convivientes, los autores hallaron una sobrerrepresentación de cinco especies bacterianas, entre ellas Akkermansia muciniphila, Ruthenibacterium lactatiformans, Hungatella hathewayi y Eisenbergiella tayi, y una disminución de las especies Faecalibacterium prausnitzii y Blautia. Además, observaron alteraciones en determinadas vías metabólicas bacterianas, como un aumento de la degradación del fitato y una reducción del metabolismo de los carbohidratos que produce piruvato. Además, observaron redes de interacción entre determinadas bacterias que eran diferentes en los pacientes con EM no tratados en comparación con los controles sanos. Los autores concluyen que existen asociaciones entre la composición del microbioma y el riesgo de EM, el curso y la progresión de la enfermedad, y que los tratamientos de la EM influyen en ellas.
Este trabajo es una aportación muy importante al estudio de la microbiota intestinal en esclerosis múltiple ya que confirma y amplía los hallazgos de varios investigadores de estudios anteriores y demuestra que el microbioma intestinal representa un importante factor de riesgo ambiental para la EM, sobre el que se puede influir. Además, este estudio proporciona un marco para seguir investigando en este tema.